Por primera vez uniéndme a los festejos navideños, quizá porque más que un festejo es una dedicatoria para aquellos que, sin que se lo pidan tienden una mano cuando se los necesita, brindándolo todo para hacernos sentir mejor.
Esa pureza inexplicable que te cubre y te hace pensar que estás totalmente a salvo de cualquier cosa, que nada te puede pasar ahí, en ese momento, como decía cierta canción "somos invencibles, puedes creer". Yo se que ese grado de pureza no lo puedo alcanzar, pero lo celebro, al igual que celebro el esfuerzo que realizan ciertas personas que no puedo hacer.
Gracias. Siempre.
No hay mal que dure cien años. Y en parte es por esa ayuda, y no es que sea una tonta esperanzada, soy una consentida más bien. Y me gusta serlo.
Puedo ser tu peor pesadilla o tu ángel de la guarda, según cómo me trates. No actúo si no me hacen algo primero, para bien o para mal. Todo lo que hago es ser un reflejo de las acciones de los demás, y si no te gusta lo que ves en el reflejo deberías preguntar qué hiciste para merecerlo. Por eso es que admiro a esa pureza total, el llamado filosóficamente "bien supremo".
Felicidades para todos los que se la merezcan.
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