(...) se queman libros, se saquean piezas de arte, se arrasa el patrimonio cultural de una sociedad con fines medulosamente planificados.
"(...)La destrucción de libros opera como un programa de intimidación y confusión".
"(...) aniquila quién quiere perdurar. Los asesinos de la memoria parecen tener claro que, como lo advierte George Orwell, quién controla el pasado, controla las opciones futuras".
"(...) En América latina, el problema central es que el exceso de expolio, destrucción, censura y negligencia cultural ha traído, desde los márgenes de lo racional, el privilegio del fracaso y del olvido como postura. (...) Cualquier intento de revitalizar la memoria todavía produce la sensación de ser un retorno al pasado. Y si hay algo que teme el latinoamericano es el pasado, porque es demasiado doloroso. Hoy por hoy, la cultura de América latina supone dos mitos que la sostienen: un mito periférico de memorias desechables, como alternativa de construcción social -sustentada por los medios de comunicación (...)- y un mito híbrido, que intenta preservar la identidad a partir de un imaginario colectivo fundacional."
"(...)En estos tiempos, la lectura no es un rasgo de mera erudición, sino de ciudadanía activa. Es imposible el ejercicio de la democracia con analfabetismo y desinformación. (...)".
Extracto de La Nación, "Sin destruir libos no se gana la guerra", 10 de abril de 2005.
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