Durante
el año 40 a.C. en el Reino de Kush, el reino que se encontraba justo
por debajo de Egipto, proclamaba a su nueva soberana, Amanirenas (o Amanirena) despues de muchos reinados masculinos. Ella era una kandake (o kentake), o sea, una reina madre, título de Nubia y Etiopía.
Para
pesar de los romanos, para el 40 a.C. Cleopatra VII Filopator (la más
famosa) aún se encontraba viva rigiendo Egipto. Peor aún estaba
embarazada de los gemelos de Marco Antonio y éste, había viajado hacia
Roma a encontrarse con su esposa que conspiraba contra Octavio. Marco
Antonio, luego de quedar viudo se casa nuevamente, pero esta vez
sellando una alianza con Octavio desposándo a su hermana.
Así
que, hasta ahí más o menos nos cuenta la historia escrita por los
romanos que, en verdad, detestaban a esas mujeres de África que siempre
ponían todo de cabeza.
Al
regresar Marco Antonio, además de los nombres de los hijos de
Cleopatra, Alejandro Helios y Cleopatra Selene, no se sabe mucho más de
lo que hacía la reina.
Teniendo
una mínima idea del fuerte carácter que tenía la reina, quedarse
durante 4 años de brazos cruzados no era una opción. Evidentemente su
comportamiento merecería un poco más de respeto que creer que estaba
cuidando de sus hijos por sí misma, para eso también estaba su ejército
de sirvientes.
Claramente,
el reino contiguo a Egipto era Nubia y evidentemente pudo haber
ignorado deliberadamente por los acontecimientos a los regentes
masculinos, a que se encontraba ocupada con las reyertas, traiciones y
sostenimiento del poder. Ahora, con Marco Antonio en Roma, Cleopatra
pudo haber centrado nuevamente su atención en los alrededores.
Casualmente,
en ese preciso momento asciende al trono Amanirenas, otra mujer. De
ella, sólo se conoce que fue otra de las que le dio pelea a los romanos,
atacando Egipto entre el 27 y el 22 a. C., tras cinco años de la muerte
de Cleopatra y su descendiente y siendo éste territorio un protectorado
romano.
No
se sabe la edad que tenía cuando ascendió al trono, se estima que reinó
hasta el año 10 a.C. Es probable, muy probable, que Cleopatra VII y
Amanirenas se conocieran, ya que ambas formaban parte de los reinos que
surcaban el río Nilo, pero Cleopatra fallece en el 32 a.C. Evidentemente
Amanirenas no incursionó en Egipto durante el reinado de Cleopatra, por
lo que quizá no hubiese sido reconocida de no haber atacado el país en
manos romanas.
Es
factible que las relaciones Egipto-Kush hayan sido buenas mientras
ambos países eran gobernados por las mujeres. De hecho, el reino de
Kush, era el hogar de los Medjay (o Medjayu o Medja), los guerreros
custodios de tumbas de los reyes y que también sirvieron como Guardia
Real de algunos faraones como por ejemplo, a Ramsés II.
Los
reyes anteriores a Amanirenas habían tenido rencillas con algunos de la
dinastía Ptolomeica. Aparentemente, no era el caso entre éstas dos
mujeres que no tuvieron inconvenientes en meterse con los romanos.
Amanirenas
atacó firmemente en el 24 a.C., luego de que el magistrado en Egipto,
Aellius Gallus, se ausentara de la campaña que había emprendido en
Arabia. Atacando directamente a Egipto. Los romanos, junto a los judíos,
se exilian a la isla Elefantina en el Nilo. Y los kushitas regresan a
su país con esclavos y estatuas de Octavio.
Un
año les llevó reagruparse bajo el mando, ahora, de Publius Petronius
quién fue nombrado magistrado de Egipto. Así comenzaron a atacar a los
kushitas, avanzando hasta Napata. Y finalmente negociaron llegando a un
acuerdo de paz.
¿Quién
dice que estas dos reinas no se caían bien? Amanirenas no se debió
sentir muy cómoda luego de la muerte de Cleopatra con todos esos romanos
pululando en los bordes de sus tierras. Ya de por sí, era malo, peor
era que varios de los reyes que la habían precedido tenían la creencia
de que Egipto debía pertenecerles a ellos. Reitero, tengan en cuenta que
estas historias provienen de lo que los romanos relataron, pero como
toda persona, si algo era demasiado vergonzoso para ellos mismos o lo
ignorarían o, como hicieron con Cleopatra, lo denigrarían de todas las
formas posibles.
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